miércoles, 9 de diciembre de 2020

Disturbio



Eran costumbres similares a las de la Tierra pero más

civilizadas en el sentido de que resultaban menos hipócritas.


“Muniekita planka, planka como el alma ke tu tiene,

cuando miro tu poca, parece ke kuntito bajo al sielo”

Jorge Onetti

Gracias por recordarme que hay otros caminos.




Fui a la boda por curiosidad. Hacía tres meses que éramos vecinos. Habíamos hablado algo y habíamos coincidido en algunas cosas y yo notaba que me tenían en cuenta. A mí tampoco se me hacía pesada su presencia. Nos pasa eso que dicen caerse simpáticos. Pasa a veces.
Además su mujer contemplaba mi soltería con evidente satisfacción. Eso me intrigaba pero no me producía significativa inquietud. Porque, ¿Qué hay de una situación excesivamente plana?
-Vente a la boda, te gustará. Así nos conoces.
Como era la boda de su hermana pensé que ese “nos conoces” se refería a su familia. Después me di cuenta de que tenía dos familias, la consanguínea y la otra.
-Ve como te apetezca. Eso sí, limpio, aseado. Y regalos, como tú veas.
Allá que fui.
Se celebraba en un lugar cerrado. Una especie de parque, desconectado de todo establecimiento festivo y de copas, que debía pertenecer  a algún establecimiento céntrico que para celebrar estos eventos necesitaba un espacio que no había encontrado en la ciudad.
Entre solo, mostrando una invitación que ella me trajo.
Cuando entré en el recinto, dos pensamientos vinieron a mi mente al contemplar a los invitados.
No era una boda usual y seguro que los dos, mis vecinos, estaban observándome desde algún lugar estratégico.
Había invitados vestidos como habitualmente se viste uno par este tipo de ceremonias y luego había otros invitados que llevaban sobre si una especie de gasa transparente y debajo de ella estaban completamente desnudos. Me pregunté si los invitados pertrechados de esa forma serían los más cercanos a los novios, familia y amigos íntimos. No sólo llevaban la transparencia si no que pude observar que a la menor oportunidad mostraban descaradamente sus genitales.
Por ejemplo, una mujer a la que se la había caido algo al suelo, al agacharse para recogerlo no tuvo empacho en hacerlo abriendo las piernas y doblándose ostentosamente, de manera que si estabas situado a su espalda podías contemplar perfectamente la raja de su vulva y no contenta con tal exposición, se aparto los glúteos con las manos, dejando al aire el agujero de su ano. Estuvo así unos tres segundos, después recogió el objeto y siguió su camino.
Nade parecía mostrar extrañeza ni sorpresa ante tamaño comportamiento. A mí me pareció divertido y sorprendente. Más, teniendo en cuenta que la señora pasaba de los sesenta. Aunque podía verse en ella restos de una carnalidad en su tiempo apetitosa y que aún mantenía cierta voracidad.
Pude ver a un hombre que aproximaba tanto su pene al rostro de una mujer que estaba sentada que hubiera sido de lo más consecuente que esta iniciará una mamada, sin embargo no fue así. Alzo una mano y lo empujo con gesto de desagrado, como cuando se aproxima alguien en el metro y es apartado con gesto de incomodidad.
A mí estas situaciones tan locas en vez de desconcertarme me estimulan y estaba dando gracias al destino por poder contemplar algo así cuando caí en la cuenta de que mis vecinos debían estar por algún lado. Enseguida los vi. No me miraban pero eso no significaba que no lo hubieran estado haciendo. Si no, ¿A qué invitarme?
Fui hasta ellos observando que también llevaban transparencias.
Pensé que tenía que decir algo,
-Muy original. ¿A qué se debe?
-Eso que importa- me dijo él
-¿Hay un cura?- pregunté.
-¿Cura? Hay muchas curas en este mundo. Lo importante es conocerlas y saber aplicarlas.
No debía hacer preguntas directas. ¿Se trataba de eso?
-No veo ninguna erección-dije, y la miré a ella que lucía unos espléndidos y turgentes senos.
-La gente no come desesperadamente y no anda buscando comida desesperadamente. Tiene sus horas de comer y con el estomago lleno se dedican a hacer su vida sin apropiarse de todo alimento que ven. Lo tienen cuando quieren.
En una bancada que haba delante de nosotros, a unos metros, había cuatro jóvenes sentados. Dos chicas y dos chicos. Se habían subido las transparencias y con los pies sobre la bancada mostraban con las piernas abiertas sus genitales. Hablaban animadamente y no parecía que en ninguna de sus actitudes pudiese influir la situación. El momento sumamente erótico no parecía alterarles.
-¿Quienes son?¿Los padrinos?
-Amigos de los novios.
Mire la capilla que nos esperaba y que no se diferenciaba gran cosa de las habituales en el rito cristiano. Eso sí, no se veían signos de tal creencia por ningún lado.
Tenía la sensación de que sobre el juego que habíamos iniciado se podía superponer otro entretenimiento.
-¿Y el novio y la novia?
-No aparecen hasta que no empiece la ceremonia.
-Un lugar espléndido- dije
No me contestaron, estaban contemplando a los invitados.
-Si tenéis que atender a alguien por mí no lo dejéis de hacer. Estoy muy a gusto. Gracias por invitarme, no me suelen gustar las bodas pero he de admitir que esta tiene su aquel.
En ese momentos se aproximó una mujer ya entrada en años ataviada con la consabida transparencia.
-Mira- dijo él mirando a la recién llegada- te presento al vecino de la casa de la playa.
Y luego mirándome a mí,
-Mi madre.
La señora atrapó la mano que yo le tenia a modo de saludo, la apretó y se la llevó a su seno derecho, contra el cual la apretó aún más.
-Cuánto celebro conocerlo. Mi hijo y mi nuera están encantados con usted. Sus extravagancias les tienen muy intrigados. Que si siempre anda usted solo, que si siempre lleva un libro en la mano, que si se puede pasar horas con unos prismáticos mirando el vuelo de las nubes y los pájaros…¿de verdad mira las nubes?… que si se pasea mucho mirando el horizonte con unos auriculares puestos, que si pasa horas mirando el mar sentado en un banco, que ama la soledad y huye de la gente. Le envidian mucho, su libertad….
No sé qué más dijo, demostraba poder estar horas hablando, capacitada dentro de sus transparencias para ocultarse hasta lo indecible, ¿qué trataría de ocultar? Ya no la escuchaba, sólo la oía a modo de esfinge, cuando vimos que nos llamaban para empezar la ceremonia. Hacia allí nos encaminamos, yo intrigado por ver a los novios y al oficiante.