Las grandes urbes, entre más grandes y más desparramadas,
más mala leche dan.
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Los ciegos ven cosas que los tuertos sólo ven a medias
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No sé que es peor, si buscar el reconocimiento constante o
el anonimato permanente. Uno por valorar demasiado la opinión ajena y el otro
por despreciarla en la misma medida.
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Luchar hasta el último aliento es admirable,
pero luchar hasta el último aliento sabiendo que vas a perder es lo que hacemos
todos.
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A los cuarenta no empieces a decirte: ¡Si
tuviera treinta!, porque sólo conseguirás llegar a los cincuenta con veinte
años de retraso.
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El sacerdote vino para librarle de sus
pecados y él le dijo,
-¡Qué cruel es usted! Voy a hacer el viaje
más importante de mi vida y quiere que vaya sin equipaje.
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Todos estamos listos para ser verdugos pero no todos podemos
conseguirlo. Convirtiéndonos en víctimas. En esa dicotomía algunos intentamos no
ser ni una cosa ni otra, convirtiéndonos en las verdaderas víctimas, pues las
otras al fin y al cabo somos verdugos fracasados.
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Ser listo o ser sabio. Sorprender a los demás o sorprenderse
uno mismo.
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Uno tiende a pensar de muchas cosas que oye lo mismo que
pensaba antes de oírlas. De demasiadas cosas.
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El día que el hombre deje de creer que el mundo se ha hecho
a su medida, será el momento de empezar a medirlo.
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La obediencia siempre se origina ante un acatamiento hacia
un poder. Cuando el poder no proviene de la amistad o la maestría es un poder
adulterado. Justo el poder que más se da. Como las malas hierbas.
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Primero
fue el culo y después el ósculo. Y es lógico.
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