Aforismos IV

La sabiduría es como vivir en la intemperie y la ignorancia como una cabaña protectora. Por eso se entiende tanta reticencia.

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Confundir el amor con el cariño, es confundir el sexo con un infinito número de maneras de apreciar a los demás.

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Cuando me hablan por primera vez de una persona y me dicen que se ha suicidado. A mí, de entrada es una persona que no me crea ningún temor.

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No sé si las feministas que luchan por la igualdad entre el hombre y la mujer se han dado cuenta de que la palabra igualdad está reñida con el romanticismo y el maquillaje.

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Una de las cosas que nunca hacen los padres con los hijos, es pedirles perdón por haberles traído al mundo antes de que todo estuviese listo.

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No debería extrañarnos que en Inglaterra, tan democrática que no necesita tener una Constitución, mantengan una monarquía tan añeja y tradicional, pues gracias a la bragueta de uno de ellos se libraron de la Iglesia Católica de Roma para siempre. Y eso nunca se agradece lo suficiente.

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La irremediable atracción que sentimos por lo imposible queda plasmada en nuestra preocupación por lo que somos y la poca importancia que le damos a lo que estamos.

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El que en la infancia no ha tomado buena nota, se pasa la adultez recibiendo clases de repaso.

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Dices “vela” y es una noche oscura, una noche de vigilia, un día en el mar, tu hijo que está constipado o quizás que no quieras decir toda la verdad. O que la ignores.

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Hablando de mujeres y hombres que se exhiben, una alfombra roja es un polígono industrial regular.

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Sin nuestros semejantes podemos ser soberbios pero no estarlo y estar vanidosos  pero no serlo.

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La coartada salva al sospechoso, y no digamos al juez.

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Los malos mentirosos acumulan pruebas de la verdad.

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Nunca el hombre vuelve a ser tan generoso y asentir tanta decepción como cuando siendo bebé corretea hacia un adulto con el orinal en la mano y hace entrega de sus excrementos. Un tesoro nacido de él.

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Nunca hay que rendirse. Cuando uno no puede vencer, ha de ser derrotado. No es honorable quitarle a otro el placer que a ti te hubiera gustado disfrutar.

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Los que dicen que una rendición a tiempo es una victoria sufren una doble derrota, la infligida por el vencedor y la propia.

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Si la vida fuera eterna y la perspectiva de muerte fuera de ochenta años, no sería extraño que anhelásemos la muerte eterna.