martes, 25 de agosto de 2015

Aforismos XV





En cuanto al amor. Tiene dos ropajes, el del cariño y el del sexo. Y nada hay peor que no ir vestido para la ocasión.

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Unos acumulan libretas con las páginas en blanco; otros, automóviles; otros, cajas vacías; otras, muñecas. Todos con la misma secreta e inexplicable intención. Aunque más inexplicable que secreta.

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En cuanto al valor. No hablemos de desesperación.

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Para que no te arrastren los acontecimientos, lo mejor es tener unos cimientos con ruedas.

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Dios lo sabe todo y está en todas partes. Cuando tú mueras, no estarás en ninguna parte y no sabrás nada. Nunca estarás más cerca de Él, aprovecha para echar un vistazo y cuenta.

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Es llamativo que haya personas que, estando muy inseguras de sí mismas, causan la misma sensación que aquellas que están muy seguras.

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Los confesionarios,  no los toros o los volantes de las bailaoras, son los verdaderos símbolo de nuestro país.

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La mediocridad tiene tanta aceptación por la poca exigencia que provoca como por la alta expectativa que despierta.

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A aquél que menciona una y otra vez las ideologías y a sus inventores, le pasa lo mismo que a aquél que comió un excelente manjar pero lo digirió mal y constantemente le viene el sabor a la boca.

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Que alguien esté dispuesto a perder la dignidad por eso que llamamos amor, sólo indica un cariño  irracional y desproporcionado, más acorde con la necesidad del amante que con la virtudes del amado.

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Distinguir entre lo que está bien porque es bien y lo que está bien porque nos beneficia, es el primer paso para no ser un fanático.

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Viajamos con la esperanza de encontrar el no-lugar.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Aforismos XIV





Si estás en tu camino….nunca te perderás.

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El poso de las ideologías: O una sociedad convulsa de individuos, o una sociedad tranquila de ovejas.

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Hablando de nuestra sociedad. Nunca, que yo sepa, un pastor se ha sacrificado por su rebaño.

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Que nos hayamos preocupado de crear una moda “pret-a-porter”  pero no una moral “pret-a-porter” dice mucho de nuestras prioridades.

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Relacionar la prostitución con la trata de mujeres y hombres, es como relacionar la recolección del algodón con la esclavitud.

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Las mozas viejas y los mozos viejos…esos sí que son revolucionarios.

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Si me pongo a leer un libro de filosofía y veo la palabra Dios, una de dos, o es para dar por finiquitada las religiones o es un cuento.

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Cuando oigo a hombres maduros hablar de Dios o del Amor, sólo lo entiendo si los primeros  son obispos y  los segundos proxenetas.

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Todos sabemos cómo sucede todo, pero la realidad es que todo sucede de otra manera. Y a pesar de ello hay guerras, amor, amistad………. Un verdadero milagro este mundo que vivimos por aproximación.

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Si acabada la adolescencia, las amistades ya sólo son epidérmicas. Y pasados los treinta, el amor ya sólo es sexo. ¿Por qué anhelamos la inmortalidad?

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Nunca creer en Dios o creer en el amor tiene que ver con Dios o con el amor. En la juventud es una excusa y en la madurez un clavo ardiendo.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Aforismos XIII



Las personas que se vuelcan en el humor son enfermos dóciles que han aceptado la prescripción de la vida. El resto confunde la enfermedad con los síntomas.

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Hay personas que cuentan chistes constantemente porque su seriedad es extrema.

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El amor y el agua son muy importantes para la existencia de la vida. Por eso es importante que conozcamos su composición,  para el caso de que se produzca alguna adulteración. Cariño y sexo para la primera. Hidrógeno y Oxígeno para la segunda.

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Cuando refiriéndose a los políticos, alguien dice: “Todos son iguales”.  Lo que hace es convertirse en cómplice de los peores.

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Desde las ideologías de izquierdas se acusa a las ideologías de derechas de utilizar la política para que medren los sinvergüenzas de derechas y desde las de derechas se reprocha a las de izquierdas que con la excusa de ayudar a los más indefensos medran los sinvergüenzas de izquierdas.
Lo que en realidad sucede es que mientras las ideologías se tiran los trastos, los sinvergüenzas, efectivamente, medran.

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Cada vez me pasa más, que ante la imagen de “hombre y perro paseando” no tengo muy claro quién pasea a quién.

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Igual que tenemos presunción de inocencia, deberíamos tener presunción de irrespetuosidad.

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Alégrate por aquello que no tienes. No se lo debes a nadie.

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Si lees algo y no lo entiendes, no debes preocuparte, tienes dos motivos para  estar satisfecho. Uno, sabes que hay algo que no entiendes. Dos, has dado el primer paso para entenderlo.

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A estas alturas nuestras, una fábula de Esopo nos debería parecer tan horrible como un miembro amputado.

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Ante las figuras geométricas puras uno no puede por menos que preguntarse: ¿Cómo quedarían con carne?

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El teorema de Pitágoras: “La hipotenusa al cuadrado es igual a la suma de los catetos que la atenazan al cuadrado”, es una excelente definición de lo que es el ser humano al nacer. Después, con las vueltas que da la vida, lo de que la suma de los ángulos sólo valga una, lo encuentro algo simplista.

sábado, 1 de agosto de 2015

Siempre se oculta lo peor




Prolegómenos
Oscar Martínez es un joven escritor salvadoreño que cuenta y no para de los horrores que la violencia desata en su país. En la revista literaria, de aire muy liberal, “Letras Libres”, el pasado mes de Mayo narraba tres ejemplos sobre ese horror, basados en la diáspora hacia los USA de sus conciudadanos.
Cada ejemplo más terrible que el anterior pero los tres engarzando un escenario que más parece un infierno que otra cosa. Acabé de leerlo y no sé por qué me pareció que presa de un pudor que lo había espantado, o algo así, Oscar Martínez me había escamoteado algo. Y no se trataba de sed de horror si no de sed de conocimientos. Notaba algo entre líneas que se había guardado, incapaz ya de contar más desgracias.
Así que leí el artículo una y otra vez, buscando el trozo escamoteado por él pero que sin ninguna duda estaba tras de alguno de los detalles que nos contaba. Hasta que lo descubrí.
Estaba en el tercer ejemplo, que exponía, de cómo la vida se puede convertir en algo de difícil catalogación si nos atenemos a unos anaqueles en los que lo lógico y lo natural deberían ser los criterios.
En este ejemplo nos habla de un policía cuarentón aficionado a la fotografía que se dedica a retratar delincuentes, primero sin delito de sangre, cuando a penas son unos pipiolos, y  segundo, cuando ya sobre su conciencia hay una o más muertes. Compara las dos fotos y ve como en la mirada de estos jóvenes ejecutores algo ha cambiado. Horas y horas se pasa mirando estas fotos, intentando concretar qué es lo que ha cambiado, intentando concretarlo en palabras para poder explicarlo. Algo impreciso, de contenido tan simple que horroriza más por su causa. Tiene cientos y en todos esa diferencia. La presencia de la muerte, el poder de matar, el rostro de la víctima, no se sabe, deja un poso, en la mirada del ejecutor, estremecedor.
Y ahí se queda Oscar Martínez. ¿Extraño, no? ¿Ya está?
Claro que no. Al fin y al cabo matar y morir, como todo, puede llegar a convertirse en una costumbre.  Algo difícil de aceptar pero ha sucedido y seguirá sucediendo. Y esto fue lo que descubrí, que casi todo el mundo pensará que me he inventado y puede que sea cierto pero puede que no. Algo peor que el hecho de que la presencia de la muerte te transforme, mucho peor. Lo cuento.

Lo peor
“Una mañana me llamó el fotógrafo aficionado a mirar cómo cambiaban los ojos de los jóvenes, algunos niños, una vez que habían matado.
-Vengase, que tengo algo que mostrarle.
Parecía alterado. Algo sorprendente en un hombre que había pasado por la contemplación de cientos de asesinos, algunos multiasesinos, y por otros tantos o más de asesinados, algunos multiasesinados.
Tenía sobre la mesa dos fotos. De tamaño más grande de lo habitual. Era el rostro de uno de sus detenidos al que como acostumbraba, había fotografiado en su día, detenido por robo, amenazas, violación o cualquier otro hecho criminal no sangriento, y más tarde, quizás recientemente al volver a ser detenido, esta vez por delito de sangre, había vuelto a fotografiar.
Se notaba diferencia entre una y otra foto. Debían tener una separación de entre uno y tres años. Era un adolescente de mirada concentrada, con el cabello corto en la segunda y un tanto abandonado en la primera. Sucio en ambas.
-Aquí- señalo el policía y puso el dedo sobre una de las fotos- no había matado a nadie.
-Aquí- y señaló la otra foto- ya ha matado a un rival de treinta años- no especificó en qué eran rivales- a su esposa, a su cuñada y a su hijo de seis meses. Y a una profesora de su hermana que la suspendió en Historia en el liceo.
Supuse que quería que mirase los ojos del delincuente en ambas instantáneas, buscando ese cambio en la mirada, intentando ver donde estaba ese matiz añadido o perdido para siempre. Pero no fui capaz de ver nada.
Lo miré interrogante.
-Ya pasó- me dijo y tuve la sensación de que su voz temblaba”.